Bienvenidos a esta nueva etapa de rock en mis adentros. Esta
etapa va a estar marcada por muchos aspectos. Cada semana intentaré hacer una
review de un disco de 2012 y otro de años anteriores, además de opiniones
personales sobre grupos, recomendaciones, reviews de conciertos… No nos vamos a
aburrir, vaya. Y, para qué estar con presentaciones, si lo que queremos es
empezar ya? Y así, empezamos ya, con una review de uno de mis discos favoritos:
In Keeping Secrets of Silent Earth de Coheed and Cambria.
Tras una intro inicial en la que suena un teléfono y se
descuelga, comienza la magia. Una intro que comienza con una de las melodías
claves de la banda, pero que poco a poco se torna a una atmósfera cada vez más
tenebrosa y caótica. Tras esta declaración de intenciones, pasamos a la canción
que da nombre al disco, una de las canciones más épicas de la banda, y que da
pie a su estilo general: Newprog. En el disco anterior se habían basado en el
punk posthardcore, y aquí ya vamos a ver ese progressive que tanto les
caracteriza. Todo sin olvidar su historia, las Amory Wars, que os recomiendo
encarecidamente a los amantes de los comics. Cambios de tempo, riffs potentes y
un estribillo pegadizo es lo que nos encontramos en esta canción, además de una
potente voz de Claudio, que mantiene un gran nivel en los 8 minutos de canción.
La siguiente canción Cuts marked in the March of men es una
canción que bien podría pasar como single. Sigue la tónica de la canción
anterior, un estribillo pegadizo y una letra profunda. Quizá peca de parecerse
demasiado a la anterior a mi gusto, y de estar precedida en la anterior. Si
llega a haber un par de canciones entre ambas, sería carne de concierto seguro.
Problemas de colocación supongo. Three Evils es la 4º canción del disco, con un
toque más en la onda del anterior disco, The Second Stage Turbine Blade. Una
tónica muy alegre, con esos riffs que en cierto modo te recuerdan a 33, del
anterior disco. Al final de la canción, la cosa se tuerce en una atmósfera de
tensión, para dar paso a The Crowing. Una maravilla de canción, por la que
merece la pena comprar el disco, a pesar de que el disco es un 10 de principio
a fin. Compases no convencionales, con constantes cambios de ritmo. Es su pieza
clave para enmarcarles en el prog. El final, con 3 voces superpuestas es de lo
mejor que se ha oido en mucho tiempo.
Para bajar un poco la intensidad de la canción anterior,
llega Blood red Summer, una canción al más puro estilo rock de la banda, que
gana intensidad en el estribillo, simplemente con el punteo de guitarra y con
la intensidad que le da Claudio. Por supuesto, nunca falta ese toque que te
deja con más, con ese verso final: “What did i do to deserve this?” Alucinante.
Y sin más, pasamos a la suite The Velorium Camper. La primera es Faint of
Hearts, una declaración de intenciones ya simplemente con el nombre. Es una
canción para los más enamoradizos. Canela en rama. Blackend es en mi opinión,
la peor canción del disco. Pero, claro, rodeándose de las canciones que se
rodea, tampoco es decir mucho. Comienza muy lenta, y conforme pasan los minutos
va ganando intensidad. Y de la “peor” canción del disco, pasamos a la más
cañera: Al The Killer, que cierra la Velorium Camper. Y volvemos a ver el
protagonismo de Travis en los coros, que sólo se habían visto en un par de
canciones antes para guturales.
Quedan 3 canciones tan sólo. La primera es A Favour House
Alantic, una canción al más puro estilo comercial, para acercarse a las
adolescentes, con un videoclip que no le hace justicia a la canción, todo hay
que decirlo. Pero bueno, la canción es bailable y lo plasman así. La siguiente
canción debería ser la última, pero hay un bonus track The Light and the glass
es una balada de 9 minutos, que gana intensidad cada vez más, hasta hacer un
final de lo más épico, para dar paso al desenlace final. Claudio vuelve a
clavar la interpretación una vez más, por el sentimiento que le echa. Finalmente
2113, que no deja de ser una hora (21:13), la hora de marcha del IRO-Bot. Es
una canción en la que vemos pasajes lentos, guturales, estribillos y riffs
pegadizos… en tan sólo 9 minutos. Claudio vuelve a acertar con una canción que
dedica el IRO-Bot a su madre, recordando que en su condición no puede morir. Un
disco que sigue dando de hablar 9 años después de haber salido.
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